La regeneración de los suelos y los créditos de carbono, ejes del V Simposio de Viticultura Regenerativa
El 5º Simposio de Viticultura Regenerativa ha reunido expertos en gestión del suelo y captura de carbono en el Vinseum de Vilafranca del Penedès para mostrar cómo este sector puede ayudar a frenar la crisis climática. Impulsado por la Asociación de Viticultura Regenerativa e INNOVI y celebrado el jueves, 12 de junio, el certamen ha contado con voces autorizadas para explicar estrategias para que el cultivo de la viña tenga un impacto positivo en el balance global de carbono.
Presentado por Eloi Montcada, Clúster Manager de INNOVI, la bienvenida institucional ha ido a cargo del alcalde de Vilafranca del Penedès, Francisco Romero, y el director general del INCAVI, Joan Gené, que han destacado la «visión» de poner en marcha el Simposio en su momento, muestra de "la vitalidad y el compromiso del sector". La presidenta de INNOVI y socia fundadora de la Asociación de Viticultura Regenerativa, Mireia Torres, ha apuntado que la entidad ya tiene 125 socios en casi una decena de países. Una red colaborativa que fomenta prácticas sostenibles siguiendo «uno de los mejores modelos agrícolas y el que tiene más sentido en un contexto de cambio climático».
Ser negativos en carbono, una capacidad única
El doctor en Agronomía Luis López Bellido ha puesto en marcha las ponencias destacando el potencial enorme de la agricultura para almacenar carbono, capacidad que hace de ella un sector económico único. En el suelo hay entre 2 y 3 veces más que en la atmósfera y la vegetación, pero las prácticas del siglo XX han dañado este sistema natural y hay que mejorar su gestión para recuperar capacidad capturadora. El objetivo es que cada hectárea cultivada retire entre 0,8 y 4,5 toneladas al año de CO2 equivalente, y para ello es necesario conocer los mecanismos complejos que rigen el carbono orgánico. Así, poniendo la ciencia al servicio de las prácticas agrícolas, se puede conseguir que el sector almacene más carbono del que emite.
Los créditos de carbono, un asunto complejo, pero con potencial
El jefe del Servicio de Políticas Transversales y Acción Exterior del Departamento de Agricultura y exdirector de la Oficina del Cambio Climático, Salvador Samitier, ha abordado un aspecto muy importante de la acción contra el cambio climático: los créditos de carbono, un «sistema de comercio» que puede ser útil ante la crisis pero que es altamente complejo.
Un crédito de carbono se define como 1 tonelada de CO2 equivalente. No obstante, no todos son iguales, ni por cómo se han generado –reducción, absorción...– ni por cómo se han certificado –con más de 90 metodologías aceptadas, pero no armonizadas–, ni por el origen geográfico –los mecanismos fisicoquímicos de captura de carbono no son los mismos en todas partes–. Además, hay dos grandes mercados desconectados, cuando menos de momento: el de los créditos obtenidos por cumplimiento de normativas y el de los obtenidos por prácticas voluntarias.
La estandarización, la clave de los créditos de carbono del futuro
Como han remarcado tanto Samitier como el biólogo Carlos Alberto Torres y la ingeniera agrónoma Diana Jiménez, del centro BETA de la Universidad de Vic, son necesarios mecanismos unificados para evitar doble contabilidad de créditos, certificaciones equivalentes y garantizar tanto la rentabilidad de los créditos como su durabilidad en el tiempo. Además, también hay que asegurar que no se generan perjudicando otros aspectos del medio ambiente ni tampoco incumpliendo derechos laborales y humanos.
Con unos actores financieros cada vez más activos y una demanda creciente de créditos de origen natural –bosques y agricultura–, esto es especialmente importante. La agricultura regenerativa tiene ventajas en la cadena de suministros y el suelo: reduce directamente la huella de carbono, fortalece la relación con los proveedores, mejora la imagen y fideliza consumidores, cumple la normativa, da ventaja competitiva y puede generar créditos y por lo tanto ingresos extra. Para aprovechar esta oportunidad, desde BETA investigan cómo aumentar la fertilidad del suelo, cuantificar el carbono almacenado, promover la estandarización y crear un marco claro y fiable para el mercado de créditos de carbono del futuro.
Restaurar los suelos nos dará cultivos más sanos y resistentes
La última parte del Simposio se ha centrado en el suelo y los mecanismos para regenerarlo. Las técnicas y los objetivos son compartidos: reducir el labrado, evitar los pesticidas, integrar la ganadería en los cultivos y aumentar la presencia de carbono en el suelo, restaurar el ciclo biológico de los nutrientes y mejorar la percolación del agua. Además de la idea, que ha sobrevolado todas las ponencias, del One Health: la salud de los microorganismos es la base de una cadena que beneficia a las plantas, a los animales y a los humanos.
La microbióloga Isabella Tomasi ha abierto el bloque anunciando una nueva técnica que supone «saltos cualitativos muy interesantes» en la salud de las raíces y las plantas basada en el equilibrio pH/potencial redox del suelo.
Respirar oxida, también en el caso de las plantas. Pero la oxidación se puede reducir —y con ella, los efectos del estrés fisiológico— si la planta recibe más energía solar y si el suelo que la rodea mantiene un equilibrio adecuado entre el pH y el potencial redox. Un pH neutro ligeramente alcalino (entre 7,2 y 7,5) y un potencial redox reducido (entre 430 y 450 mV en el suelo) son las condiciones ideales para favorecer una fisiología vegetal resiliente y activa. Esta combinación favorece la actividad microbiológica beneficiosa, estimula la síntesis de compuestos orgánicos y refuerza las defensas de la planta.
Los suelos con estas características, además, contienen más oligoelementos, enzimas, vitaminas y antioxidantes naturales, que no sólo contribuyen a la vitalidad del viñedo, sino que también pueden reducir las emisiones de carbono de las plantas. Tomasi apuesta por el uso de bioestimulantes lactofermentados o compuestos ricos en materia orgánica, como herramientas para corregir desequilibrios y estimular la actividad de la microbiota.
Estudios en curso
La investigadora Amaia Nogales del IRTA ha hablado del papel de los hongos micorrízicos, que establecen simbiosis con las raíces y les aportan nutrientes y agua a cambio de compuestos de carbono. Son fundamentales en el funcionamiento de un sistema vivo: aumentan la resistencia de las plantas a los patógenos y las sequías, reducen la mortalidad después de plantar y replantar, dan estructura y estabilidad al suelo... Los micelios de estos hongos permiten el desarrollo de microorganismos que ayudan a la planta: bacterias promotoras del crecimiento vegetal, descomponedores de materia orgánica, fijadores de nitrógeno u hongos beneficiosos. Además, detienen la proliferación de hongos patógenos y permiten que las raíces crezcan más y mejor.
Las prácticas de agricultura intensiva, sin embargo, destruyen estos hongos y alteran los ciclos biológicos del suelo. Es por ello por lo que Nogales ha presentado los primeros resultados de un estudio en curso sobre la inoculación de hongos y la combinación con cubiertas vegetales para mejorar la micorrizoesfera, entre los que destaca el aumento de la presencia de hongos beneficiosos. Un trabajo que se complementa con Regenera.cat, un proyecto del CREAF que ha sido explicado por Xavier Domene. En este caso, se orienta a la mejora de la biodiversidad de los suelos de una manera más general, tanto en superficie como en el interior: depredadores de plagas, polinizadores... Esto también debe aplicarse a los hábitats adyacentes, beneficiando a los cultivos como parte de un gran ecosistema.
Un manual de buenas prácticas
Los doctores Marc Viñas y Felicidad de Herralde, del IRTA, han cerrado el Simposio hablando de Vitiregenere, un proyecto en el que ha participado Familia Torres y que evalúa y valora la aplicación de la viticultura regenerativa con parámetros fisicoquímicos y de diversidad microbiana del suelo. Las conclusiones iniciales muestran tendencias positivas en varios indicadores, entre ellos la capacidad de secuestro de carbono. Será necesario, sin embargo, más tiempo para ver su alcance y también cómo las condiciones concretas de cada suelo condicionan la efectividad de cada técnica.
Como primer paso, han presentado un manual de buenas prácticas que ya está disponible y que contiene indicaciones para quien quiera orientar su actividad agrícola a este modelo más sostenible y que promueve la regeneración de los suelos y la captura de carbono.